La reina permaneció siete años en la posada, viviendo feliz con
su hijo. Poco a poco le volvieron a crecer las manos, primero como las de una
criatura, (...) después como las de una niña y finalmente como las de una
mujer.
Nací sin brazos. O, si los tuve, ni siquiera lo recuerdo.Sin brazos, he caído muchas veces de bruces. He perdido muchas veces lo que quería alcanzar; he sido incapaz de acariciar con la piel del alma en las palmas de las manos.Sin brazos, he sentido la angustia y el miedo; la debilidad de quien se siente en falta; la necesidad de apoyarme en apósitos falsos que sólo hacían más clara la carencia.Pero llegaste tú y tú necesitabas mis manos.
Llegaste tú y yo necesitaba mis brazos.Así, empezaron a crecer y, poco a poco, se convirtieron en los brazos fuertes que acompañan, que protegen, que miman. Se convirtieron en los brazos fuertes de una mujer. En los brazos fuertes de una madre.
- Gracias a mi esfuerzo y a mis desvelos, me han vuelto a crecer
las manos- añadió la joven.
Nana para Antía
Duérmete, mi vida,niña de la tierra,que el sueño te cantepara que te duermas.Que el sueño te traigasonrisas de arenabesos de limóny alas de libélula.Que el sueño te llevehasta donde quieras,a donde imaginascuando estás despierta.Duérmete, mi vida,niña de la tierra…Que el sueño te cubracon hojas de mentacon nubes de azúcary con miel de abejas.Que el sueño haga trampacon alguna estrellay robe a la lunalo que tú deseas.…que el sueño te cantepara que te duermas.Que el sueño acariciecual suave promesatus párpados dulcestu boca de almendray lo pinte todocon luces de fresaque guarden la magiapara cuando crezcas.Duérmete, mi vida,niña de la tierra,que el sueño te cantepara que te duermas.
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