miércoles, 3 de enero de 2018



La reina permaneció siete años en la posada, viviendo feliz con su hijo. Poco a poco le volvieron a crecer las manos, primero como las de una criatura, (...) después como las de una niña y finalmente como las de una mujer.

Nací sin brazos. O, si los tuve, ni siquiera lo recuerdo.Sin brazos, he caído muchas veces de bruces. He perdido muchas veces lo que quería alcanzar; he sido incapaz de acariciar con la piel del alma en las palmas de las manos.Sin brazos, he sentido la angustia y el miedo; la debilidad de quien se siente en falta; la necesidad de apoyarme en apósitos falsos que sólo hacían más clara la carencia.Pero llegaste tú y tú necesitabas mis manos.
Llegaste tú y yo necesitaba mis brazos.Así, empezaron a crecer y, poco a poco, se convirtieron en los brazos fuertes que acompañan, que protegen, que miman. Se convirtieron en los brazos fuertes de una mujer. En los brazos fuertes de una madre.





- Gracias a mi esfuerzo y a mis desvelos, me han vuelto a crecer las manos- añadió la joven.


Nana para Antía

Duérmete, mi vida,
niña de la tierra,
que el sueño te cante
para que te duermas.
Que el sueño te traiga
sonrisas de arena
besos de limón
y alas de libélula.
Que el sueño te lleve
hasta donde quieras,
a donde imaginas
cuando estás despierta.
Duérmete, mi vida,
niña de la tierra…
Que el sueño te cubra
con hojas de menta
con nubes de azúcar
y con miel de abejas.
Que el sueño haga trampa
con alguna estrella
y robe a la luna
lo que tú deseas.
…que el sueño te cante
para que te duermas.
Que el sueño acaricie
cual suave promesa
tus párpados dulces
tu boca de almendra
y lo pinte todo
con luces de fresa
que guarden la magia
para cuando crezcas.
Duérmete, mi vida,
niña de la tierra,
que el sueño te cante
para que te duermas.









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