- Soy tu esposa y este es tu hijo- dijo la mujer.
El rey quería creerla, pero vio que la mujer tenía manos.
-Gracias a mi esfuerzo y a mis desvelos me han vuelto a crecer
las manos- añadió la joven.
La mujer vestida de blanco sacó las manos de plata del arca
donde estas se guardaban como un tesoro. El rey se levantó, abrazó a su esposa
y a su hijo y aquel día hubo un gran júbilo en el bosque.
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